NUESTRO COMPROMISO
UN FUTURO MEJOR
Una buena educación y el logro de una profesión debe ser posible para todos.

DoctorCarlos López Somolinos
Nace en Loíza Aldea el 14 de diciembre de 1926 en una gran finca a orillas del Gran Río de Loíza llamada La Virginia. Su padre muere cuando todavía era pequeño y su viuda madre se muda a Santurce para ofrecerle una mejor educación a sus cuatro varones y una hija. Posteriormente, la familia se traslada a Mayagüez para que los hijos estudiaran en el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez (RUM), donde Carlos se gradúa de Agrónomo.
En el 1950, llega a Jayuya para trabajar en el Departamento de Extensión Agrícola. En ese pueblo, conoce a su futura esposa, Olga Atienza Nicolau, con quien se casa en el año 1954. Después de dos años, decide continuar con su gran sueño de ser médico por lo que consigue una beca y se traslada junto a su familia a Santiago de Compostela, en España, donde permanecen por 6 años. Allí nace su tercer hijo. De vuelta a Puerto Rico, hace su internado en el Centro Médico de Río Piedras, y de allí se traslada a la Universidad de Harvard, en Boston, para iniciar sus estudios en Oftalmología.
El Dr. López Somolinos siempre resaltó la educación como la base y fundamento de nuestros problemas sociales. Su dedicación desinteresada en formar mejores seres humanos, nos inspiró a perpetuar su labor mediante esta Fundación.
Retorna al Recinto de Ciencias Médicas para hacer su residencia y práctica. Finalmente, una vez terminada su especialidad, desarrolla su práctica privada en la ciudad de Ponce, donde además trabaja en el Hospital del Centro Médico de Ponce. Cuando se funda la Escuela de Medicina de Ponce, se integra a la facultad de ésta. Su práctica privada la continúa con gran pasión y amor hacia sus pacientes, incluso hasta poco antes de su muerte.
Dentro de una actividad profesional intensa, siempre tuvo tiempo para actividades cívicas. Desde sus tiempos en Jayuya, donde contribuyó a la creación del primer Club de Leones de Jayuya; luego en Río Piedras, fue el presidente de un capítulo del Club Rotarios, organización de la que fue también miembro en la ciudad de Ponce. En Ponce, perteneció a los Caballeros de Colón. En 1977, presidió el comité de organización de la celebración del Centenario de la Ciudad de Ponce por decreto real. Como buen padre, estuvo envuelto en la educación de sus hijos y fue instrumental en la administración de la Academia Cristo Rey, donde sus hijos estudiaron. Cooperó en la administración y desarrollo de la Academia por más de 20 años.
Siempre conservó su amor por el campo y la naturaleza, de la cual disfrutó grandemente en su querida finca en las montañas de Aibonito. Toda su vida fue amante del deporte y su mayor disfrute fue el Tenis, siendo incluso uno de los organizadores del primer Club de Tenis de La Rambla en Ponce. Toda esta actividad física la sabía balancear con su igualmente intensa afición por la lectura, tanto de su profesión médica, como de la historia, la política puertorriqueña y la literatura en general. Su mayor virtud fue su habilidad en transmitir una gran calidad humana, resultado de su gran amor por la Iglesia Católica y su profunda espiritualidad religiosa.







